
Pasan los años, vives experiencias, conoces circunstancias, reconoces sentimientos, lloras, ríes, caes y te levantas.
En la vida siempre hay subidas y bajadas, tan necesarias para la vida como el hecho de respirar.
Aveces eres capaz de convertir tu motivación en una rutina, pierde el sentido, pierde la alegría y la diversión, deja de ser tu motivación.
Hay muchos tipos de personas entre las que destaco dos: están esas personas que creen que necesitan que todo valla perfecto para ser feliz, que basan su felicidad en unos planes idealizados y en estereotipos sin sentido.
y, ¡sí!, claro que todo eso importa. Pero quizás esa no sea la clave de la felicidad y eso lo aprendes cuando conoces a topas esas personas a la que la vida no les brindó la oportunidad de tener ese maravilloso y esperado futuro y deben convivir con una realidad totalmente ajena a sus sueños, deseos y motivaciones. Cuando conoces a esas personas te das cuenta de que muchos pequeños detalles llenan mucho más tu corazón que la misma rutina de la perfección. Te das cuenta que la mezcla perfecta para conseguir esa felicidad es saber disfrutar y apreciar los detalles y los momentos. Son personas que te abran los ojos, que te dicen ¡ey, no pasa nada porque algo salga mal!, los que realmente saben dar el sentido que tiene y que se merece esa gran vida por aprovechar.
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