Sábado. Era el día, hoy pensaba contarle todos los sentimientos y pensamientos que durante casi dos años había almacenado en mi, creando un cúmulo de sensaciones que cada día me daban más razones para pensar que estaba enamorada de el.
Llegué, lo vi, me vio y me sonrió.
Y en aquel precioso instante podrían haberme dado la peor de las noticias que yo era feliz.
Verle así, me daba fuerzas, y sentía como si cada rayo de luz centelleara mil veces mas en mis pupilas impidiéndome ver más allá de el, era como si alguna fuerza superior me obligara a centrarme en el, como si fuera las fuerzas que me faltaba, como si fuera todo lo que necesitaba para ser feliz..
Y estuve allí, esperando el momento más oportuno para mirarle fijamente y decirle todo lo que durante este tiempo había callado pero algo apretaba mi pecho, estremeciando mi corazón, algo que creaba un miedo que me impedía hablar, me sentía cobarde.
Y me fui de allí, sin soltar palabra sobre mis sentimientos pero tranquila visualizando en mi mente esa sonrisa perfecta que me decía que el también moría por mi..
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