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viernes, 16 de enero de 2015

No sé muy bien cómo empezar, ni que pretendo escribir. Supongo que hoy es una noche de esas en la que siento que estoy pero no estoy, en la que salen mis fantasmas de nuevo a recordarme que no todo siempre va bien, ni si quiera ahora.
Con el paso del tiempo llegue a la conclusión de que no existe nada que te pueda hacer mas daño que tus propios miedos, pero los de verdad. Es difícil conocerlos si no te han atormentado todavía, necesitas sentir la fuerza del mar para agradecer su calma.
No voy a mentir, no estoy en medio de un huracán, ni si quiera en medio de una tormenta. Estoy ahora mismo en un punto de mi vida de calma, pero de calma absoluta, estoy atravesando las temidas calmas ecuatoriales en un barco de vela justo cuando dejaron de soplar los vientos alisios, justo cuando nada me puede ayudar a seguir a delante.
Pero es egoísta pensar así teniendo en cuenta que no solo mi sacrificio me ha llevado a donde estoy, si no también el de muchas personas mas, Dios mediante. Es reconfortante saber que por muy sola que me sienta, no lo estoy. Aunque puede que esté un poco lejos para sentirlo de cerca, pero que es la distancia, si solo son números. Es importante reconocer que la victoria solo se consigue con sacrificio, y que todo cuesta, pero nunca pienses que por haber conseguido el objetivo de tu lucha estarás satisfecho, porque llegar a la meta no es más que empezar otra carrera y así sucesivamente.
Hay días, como hoy, en los que no quiero correr más y me apetece tan solo ir a dar un paseo, pero hace demasiado frío para eso. Quizás lo que me hace falta es ver mi mar precioso desde cualquier sitio donde esté, porque eso me hace sentir libre, aunque muchos lo llamen cárcel de agua.
Soy una mal educada, hablo como si todo el mundo tuviera que conocerme, como si todo el mundo tuviera que suponer que estar lejos de casa me duele y que me levanto pensando un día más es un día menos, y que no puedo perder el tiempo porque si lo hago tardaré más en volver a casa, y tal vez es a eso a lo que le tengo miedo, tal vez ese es mi nuevo fantasma.
Parece una ironía de la vida, tanto tiempo deseando salir de mi vida, para que justo en el momento en el que todo va bien, vuelva a sentir que este no es mi sitio. Pero me equivoco, sí que lo es. De pocas cosas estoy realmente segura y una de ellas es que mi sitio está aquí, estoy segura que este era el plan de Dios para mi vida, y le agradezco que esté dentro de lo que siempre quise. Aunque lo que siempre quise esté tan lejos de casa. A decir verdad tengo muchas cosas que agradecerle, la primera mi familia grande e impetuosa, apoyos incondicionales y amigos de verdad, porque no todo el mundo es malo. Aunque día a día parezca que ya no queda gente buena y que el mundo da asco.
Me gustaría que mi historia fuese una historia de amor, no hablo de romanticismo, hablo de amor. Del de verdad, del que te cura, del amor sin ánimo de lucro, del amor altruista. Ser la persona que tiene el poder para cambiar mentes, siempre a mejor y demostrarles a todas esas personas que alguna vez dudaron de si mismas que valen tanto como nunca jamás se imaginaron. Aunque antes de ayudar a las personas, debería ayudarme a mi. Supongo que mi verdadero sueño, aunque yo no lo sabía, siempre fue ese, y que el ser enfermera tan solo fue la alternativa más fácil. Aunque con el paso de los años aprendí que no era nada fácil y eso que acabo de empezar y aun no soy nadie. Y todo esto va siempre aparte de todos mis pensamientos a cerca de quien me hizo abrir los ojos, o no, siempre le consideré el culpable, pero a lo mejor tan solo tenía que pasar. He de reconocer que no hay mayor sufrimiento que el de uno mismo, el tuyo propio, el que te ahoga, el que presiona el pecho y te agarra el estómago, el que te saca las lágrimas como puñaladas en la espalda sin tener a nadie detrás. El sufrimiento de sentir la soledad en su plenitud, aunque esté rodeada de gente, ese que te hace sentir la tristeza, la melancolía, el dolor puro en su forma mas natural, el que me ha hecho reconocer que todo lo que yo pensaba que dolía, en realidad nunca dolió.
Bien, ahora ya no le culpo. No le culpo de nada porque aún habiéndome sentido la persona mas insignificante y estúpida del planeta. Aún habiendo odiado a todas la personas del mundo, después de todo, cuando recuperé mi entereza, me di cuenta que sigue siendo el. Aunque quizás no.
Quizás sea demasiado joven para entender lo que me depara la vida, o lo que espero yo misma de mi.
Y no se como siempre que me pongo a pensar, acabo en él, en ti. Porque nunca sentí una persona tan adentro como te sentí a ti, y como te sigo sintiendo. Es muy típico decir que estoy hecha a su medida, que mis labios nacieron para encajar perfectamente con los tuyos, pero es la verdad, o tal vez no. Tal vez solo sea la necesidad de volver a sentir que cuando respiro a tu lado, el aire es mas puro, o mis pulmones mas profundos, y sí es una necesidad y no un capricho, a estas alturas ya de diferenciarlo. Te lo explicaré mejor, cuando me miras te clavas tan profundamente en mi corazón que me paso la siguiente semana reviviendo ese momento y sonriendo como una tonta, como si todos lo problemas se acabasen y no siguiéramos muriéndonos mientras respiramos, porque me calmas. Calmas el huracán de sentimientos, que ahora no existen, o que solo duermen, porque cuando me hablas y me haces saber que te acuerdas de mi todo sale de nuevo y aunque llueva encuentro el sol y aunque estuviera en medio de un terremoto encontraría la estabilidad y la calma y el norte y el sur y todo lo que necesito, o no.
A lo mejor dentro de unos años me vuelve a cambiar la vida como me la cambiaste tu, o a lo mejor no fuiste tu y yo quiero creer que sí. A lo mejor da otro giro inesperado y llego a pensar que esto no es amor, que no fue dolor lo que sentí, aunque de lo segundo dudo mas que de lo primero, porque te clavas mas profundo que mil balas atravesando todo mi cuerpo. Me hiciste crecer, darme cuenta de que es cierto de eso de que tu marcas tus propios limites ya que nunca pensé que sería capaz de superar algo así y hoy estar aquí como estoy. Recordandote pero sin dolor, más cerca de mis sueños que nunca y mas segura de que todo tiene un motivo, una lastima que no sepa cual es y existan días como hoy, en lo que por muy egoísta que suene, solo quiero desaparecer, o dormir, no se.


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